Los dos puntos en los que la eclíptica pasa el plano
ecuatorial se llaman puntos equinocciales. En esos momentos si observáramos el
Sol desde el Ecuador, el día y la noche duran igual y el Sol sale exactamente
por el Este y se pone por el Oeste.
Mientras que los Solsticios corresponden a los puntos de la
órbita solar más alta en el de junio y más baja en el de diciembre.
Al mediodía
del Solsticio de junio se encuentra a 23° al norte del ecuador en la línea
llamada Trópico de Cáncer. Mientras que en el solsticio de diciembre, el Sol se
encuentra 23° al sur, en la línea del Trópico de Capricornio. Este nombre se
debe en ambos casos a las respectivas constelaciones que en épocas de Grecia y
Babilonia se situaban por detrás del Sol en la bóveda celeste.
Esta declinación del Sol a lo largo del año provoca un
recorrido diurno solar diferente. Los días y las noches van teniendo distinta
duración.
En el solsticio de junio, el arco que hace el Sol es el más
largo y alto, su orto (salida) y su ocaso (puesta) se producen más hacia el
Norte, y la longitud del día es máxima.
En el solsticio de diciembre, el arco es muy bajo y el orto
y ocaso se producen más al Sur, el día es corto.
El solsticio, en latín “sol quieto”, ya que es estos días el
Sol se mueve muy lentamente, es difícil de determinar exactamente simplemente
por la observación. Podemos observar la sombra de los objetos, al mediodía de
los solsticios, en junio se produce la sombra más corta, mientras que en
diciembre, es la más larga.
Al encontrarse al Norte en junio en nuestro hemisferio, la
perpendicularidad de los rayos solares es mayor y su poder calorífico aumenta,
al contrario que ocurre en diciembre, cuando la inclinación dispersa en más
superficie el poder calorífico de los rayos solares.
EL SOLSTICIO DE DICIEMBRE O DE INVIERNO
Para todos los seres de la Tierra nada es tan importante
como la duración y la intensidad de la luz del Sol, ya que este es el proveedor
de la energía y sus ritmos regulan la vida en la Tierra.
Todos los seres y especialmente los más sensibles o directamente
dependientes de esta energía, como son las plantas, ordenan sus ciclos y procesos
iniciándolos en gran medida a partir del solsticio de diciembre. En esta época, los frutos de la cosecha ya han sido recogidos,
y de ellos, los mejores serán semillas que iniciarán el nuevo ciclo.
El otoño es la interiorización, el invierno que se inicia en
el solsticio, en realidad es ya el comienzo de lo nuevo y aunque el frío haga
necesario que las cubiertas tapen las yemas para no helarse, están ya
preparadas. Han sido las últimas semanas, tras la cosecha, en el caso de la
viña, las que ya han preparado el vigor y la producción de la campaña siguiente.
Ha sido esta época tan importante, que nunca hemos podado o permitido quitar
las hojas, lo que han permitido a las cepas ordenar sosegadamente su próximo
ciclo, de tal manera que un estudio con microscopio de la yema mostraría ya los
futuros frutos.
Las plantas silvestres son las que mejor nos muestran este
ciclo, tímidamente van saliendo del suelo, y en el caso de que tengan flores,
estas serán de color blanco, amarillo o azul, y estarán “inclinadas” mirando
hacia el interior. Proceden en muchos casos de cebollitas.
En el caso de los cereales, auténticas plantas “solares”, su
estado herbáceo les ofrece resistencia para el hielo, preparadas para los días
más largos que ahora se inician y su despegue en forma de tallo hacia el cielo.
Nuestro trabajo actual en la viña es la poda y a ello dedicaremos
un próximo post.
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